Por estos días he tenido la fortuna de encontrarme con la historia de un nigeriano. Un poeta en busca del corazón de África en cada uno de sus escritos, de sus charlas y sobre todo, en búsqueda de la humanidad de las personas. Chris Abani, es un escritor que creció en la década de los 80’s, en la época en la que la juventud nigeriana luchaba contra el régimen militar. Quedó atrapado con su familia en la guerra de Biafra, aquella que motivó a Bernard Kouchner y otros a crear Médicos Sin Fronteras. Leer y escuchar a Chris Abani despierta lo más profundo de nuestros sentidos.
Su historia me resultó sobrecogedora especialmente al ver cómo, alguien que ha sufrido momentos tan difíciles, busca transmitir el poder de la transformación mediante el relato de las historias cotidianas de las personas. Acusado, arrestado y torturado en tres ocasiones por el gobierno nigeriano, se exilió en Inglaterra y ahora es profesor de varias universidades norteamericanas. Escribió su primera novela a los 16 años y fue justamente por éste motivo que lo arrestaron por primera vez.
Acompañado en esta aventura, por la música de Aster Aweke, la Aretha Franklin de los etíopes, comencé a averiguar un poco más sobre Abani.
Una de las historias que más me ha conmovido trata sobre las mujeres ancianas de la aldea de su padre. Después de la guerra civil, estas mujeres memorizaban el nombre de los hombres muertos, componían canciones y las entonaban cuando sembraban el arroz, “como si estuvieran clavando el corazón de los muertos en el arroz”, menciona Abani. Canciones profundamente tristes, pero también, en el momento de la cosecha, esas mismas mujeres entonaban canciones alegres con los nombres de los niños que habían nacido ese año. Al siguiente año, en la siguiente temporada, cuando entonaban sus tristes cantos, estas mujeres retiraban tantos nombres de hombres muertos como niños habían nacido ese año. Esto generó una gran transformación en los corazones de su pueblo.
Abani resulta ser un hombre que a partir de su experiencia logró aprender que “el mundo nunca se salva por grandes gestos mesiánicos, sino en la simple acumulación de suaves, tersos, casi invisibles actos de compasión, actos de compasión cotidianos”.
Me quedo con una frase Sudafricana que menciona en sus charlas, “Ubuntu” cuyo significado es que no hay manera en que podamos ser humanos sin otras personas.
Comparto este gran hallazgo con todos ustedes. Disfrútenlo.
By Leumas
Publicado en Akwaaba Nº 3
One thought on “Sentir África en el corazón…”
Gracias por descubrirme a Abani, te recomiendo a Ben Okri y el Nobel Wole Soyinka, también nigerianos.